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Un experto desmiente la afirmación de que el vapeo frenó el descenso del tabaquismo en los países bajos

Un nuevo análisis de expertos ha puesto en entredicho las afirmaciones de que el vapeo ha ralentizado los avances en la reducción de las tasas de tabaquismo juvenil en Australia y Nueva Zelanda.

Recientes trabajos académicos de la profesora Becky Freeman, de la Universidad de Sydney, y su equipo sostienen que el auge del vapeo ha «ralentizado los índices de disminución del consumo de tabaco habitual y de siempre» entre los adolescentes.

Pero otro investigador afirma que las pruebas no respaldan esa conclusión y que los estudios se basan en supuestos cuestionables.

Lo que dijeron los periódicos

Los hallazgos del equipo de Sidney se han publicado este año en tres revistas.

  • En Nueva Zelanda, un artículo publicado en la revista The Lancet Regional Health – Western Pacific afirmaba que «el rápido aumento del vapeo puede haber ralentizado los índices de descenso del tabaquismo de siempre y del tabaquismo habitual, mientras que ha tenido poco o ningún impacto en el índice de descenso del tabaquismo diario».
  • En Australia, un estudio publicado en el Medical Journal of Australia informó de que «había… más [jóvenes de 12 a 17 años] que habían fumado alguna vez, el último año, el último mes, la última semana y a diario de lo previsto por las trayectorias de tabaquismo de la era anterior al vapeo».
  • Un tercer artículo, publicado en Public Health Research & Practice (Investigación y Práctica en Salud Pública), sostenía que, incluso cuando tanto fumar como vapear descienden al mismo tiempo, sigue siendo posible un efecto «puerta de entrada» si el vapeo se limita a ralentizar el ritmo de descenso del tabaquismo.

El mensaje era que el consumo de tabaco entre los jóvenes sigue disminuyendo, pero no tan rápidamente como lo habría hecho sin el vapeo.

El contraargumento

Una experta, la Dra. Arielle Selya, científica del comportamiento, afirma que estas afirmaciones no se sostienen. En su análisis de los documentos, señala que otros investigadores, entre ellos el Dr. Gary Chan y sus colegas, también han criticado este supuesto, escribiendo que «asume que las tendencias preexistentes habrían continuado sin cambios en ausencia de una intervención». Los modelos de los investigadores se basan en un supuesto importante: que las tasas de tabaquismo habrían seguido descendiendo exactamente al mismo ritmo si el vapeo nunca hubiera aparecido.

Eso, dice, es «cuestionable, sobre todo en el caso de conductas como el tabaquismo, que parten de una prevalencia elevada y se aplanan con el tiempo debido a los efectos de saturación.»

Los autores respondieron que «la regresión logística explica este aplanamiento.. La ralentización que observamos estaba por encima del aplanamiento debido a los efectos de saturación».

Pero la Dra. Selya sigue sin estar convencida. Examinando los datos subyacentes, dijo que podía ver lo que denominó un pequeño «bache» en las tasas de tabaquismo de Nueva Zelanda en torno a 2019-2021, pero añadió: «Si los cigarrillos electrónicos estuvieran causando un aumento relativo del tabaquismo, ¿por qué se retrasaría el efecto nueve años? ¿Y por qué el efecto se limitaría a dos años y luego desaparecería?».

En su opinión, la pauta es demasiado breve y tardía para achacarla al vapeo.

Australia no muestra signos de cambio

Cuando la Dra. Selya examinó los datos australianos, dijo que «no ve un cambio visualmente evidente en las tendencias del tabaquismo». En general, el consumo de tabaco entre los jóvenes ha seguido disminuyendo considerablemente -aproximadamente entre un 75% y un 90% en diferentes mediciones desde finales de la década de 1990- y sospecha que la «ralentización» estadística señalada por los autores puede deberse a su elección del modelo más que a un cambio en el mundo real.

También señaló que pequeños cambios en el año de corte de los investigadores (el momento en el que supuestamente el vapeo empezó a afectar a la tendencia) podrían cambiar fácilmente el resultado.

Otras posibles explicaciones

El Dr. Selya señala que muchas cosas, además del vapeo, podrían haber influido en el pequeño repunte observado en algunos datos. «¿Fue un efecto COVID? ¿Correspondieron estos años a cambios políticos clave en Australia que regularon el producto menos nocivo y empujaron a la gente hacia los cigarrillos?», se pregunta.

Dice que es arriesgado sacar conclusiones causales cuando «las tendencias temporales correlacionadas no significan causalidad».

Un debate sobre los métodos – y el significado

La Dra. Selya subraya que no duda de la habilidad técnica del autor principal, el Dr. Sam Egger, y lo califica de «muy capaz metodológicamente». Pero añade: «La interpretación me pareció tan errónea que escribí un comentario en PubPeer sobre ella».

La disputa puede parecer académica, pero tiene implicaciones en el mundo real. Si se culpa erróneamente al vapeo de ralentizar el progreso, los gobiernos podrían redoblar las políticas restrictivas que dificultan a los fumadores el cambio a productos de menor riesgo.

Por ahora, ambos países siguen registrando fuertes descensos en el consumo de tabaco entre los jóvenes. Que el vapeo haya ralentizado esos descensos, o haya contribuido a impulsarlos, depende de cómo leas los datos.

Como resume el Dr. Selya «Me parece plausible que haya habido un repunte del consumo de tabaco entre los jóvenes neozelandeses, pero… no creo que tenga sentido atribuirlo a los cigarrillos electrónicos».

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