Skip to content Skip to footer

Ex dirigentes de la OMS y economistas advierten: Rechazar la reducción de daños costará 100 millones de vidas

Destacados economistas y antiguos altos cargos de la OMS hacen un llamamiento a los gobiernos, la industria y la sociedad civil para que adopten la reducción de daños del tabaco y salven 100 millones de vidas antes de la reunión COP11 del CMCT de la OMS que se celebrará este mes en Ginebra.

Derek Yach – ex Director Ejecutivo de Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental de la OMS

Tikki Pang – ex Directora de Política de Investigación y Cooperación de la OMS

Christopher Snowden – Jefe de Economía del Estilo de Vida en el Instituto de Asuntos Económicos

Peter Beckett – Cofundador de Clearing the Air

La OMS reconoce que 1.300 millones de personas siguen consumiendo cigarrillos y productos tóxicos del tabaco de uso oral, y que cada año se pierden más de ocho millones de vidas. En vísperas de la COP11, ha llegado el momento de aumentar nuestra ambición y prestar un mayor apoyo a toda la gama de productos de reducción de daños del tabaco (THR), salvando potencialmente 100 millones de vidas de aquí a 2060.

Durante dos décadas, la agenda mundial para el control del tabaco se ha centrado en reducir la demanda de cigarrillos combustibles y productos tradicionales tóxicos sin humo. Sin embargo, a pesar de los progresos realizados en algunas regiones, el mundo sigue enfrentándose a una asombrosa carga de enfermedades, adicciones y muertes prematuras causadas por el tabaco.

La experiencia en múltiples países demuestra que las estrategias de reducción de daños bien reguladas ofrecen un poderoso complemento a los enfoques tradicionales. El consumo de productos de tabaco calentado se ha disparado en Japón, Corea del Sur, Italia, Polonia y Alemania, desplazando grandes porcentajes del consumo de cigarrillos. El vapeo ha ganado terreno rápidamente en Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y Rumanía, donde la prevalencia del consumo de cigarrillos está disminuyendo rápidamente a medida que millones de personas cambian a alternativas de menor riesgo. Mientras tanto, en Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia, el uso generalizado de snus y bolsitas de nicotina ha llevado las tasas de tabaquismo y cáncer a algunos de los niveles más bajos registrados en el mundo. Estos países demuestran que el comportamiento humano puede reorientarse hacia formas más seguras cuando a los consumidores se les presentan alternativas viables.

Por el contrario, en países como Indonesia, China, Egipto y Jordania, las tasas de tabaquismo masculino siguen superando el 45%, niveles que Gran Bretaña alcanzó por última vez en la década de 1960. Los países de renta baja y media afrontan las próximas décadas de inmensas tensiones sanitarias y económicas si no se toman medidas urgentes. Es en este aleccionador contexto en el que creemos que la COP11 debe enfrentarse a una realidad acuciante: la reducción del daño del tabaco no es un debate teórico, sino una estrategia probada con resultados que salvan vidas.

Acciones urgentes para la COP11

En vísperas de la COP11, los gobiernos, la industria y la sociedad civil deben actuar con urgencia y claridad. Proponemos áreas prioritarias para su adopción inmediata.

1. Para las Partes del CMCT

– Adoptar la reducción de daños del tabaco tal como se contempla en el texto del CMCT, aplicando una regulación proporcional al riesgo del producto. El tratado ya establece el principio de «medidas globales», pero su aplicación se ha retrasado en relación con el THR. Deberían aplicarse impuestos especiales a todos los productos del tabaco y la nicotina para proporcionar una base legal para su uso, sin embargo, el diferencial impositivo creemos que debería ser de aproximadamente cien (para los combustibles) a 2,5 para los productos THR, esto hace que la opción más sana sea la más fácil para los fumadores. Reconocemos que la COP11 es demasiado pronto para definir un camino coherente a seguir y, por tanto, vemos la necesidad de que las Partes acepten el principio bioético de no maleficencia o de no hacer daño manteniendo el statu quo actual.

– Prepara una revisión de expertos de alto nivel sobre los beneficios de la THR, en la que participen científicos del mundo académico, la industria farmacéutica, los sectores de los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado, y grupos de investigación independientes. Esta revisión debería iniciarse tras el nombramiento del próximo Director General de la OMS, para garantizar la credibilidad y la renovación política. Los trabajos preparatorios podrían iniciarse en la COP11.

– Los países en los que la adopción del THR ha reducido drásticamente el consumo de cigarrillos deberían presentar sus experiencias en la COP11. La casi erradicación del tabaquismo diario en Suecia, la drástica disminución del consumo de cigarrillos en Japón y el doble énfasis del Reino Unido en el vaping y los servicios para dejar de fumar deben estudiarse detenidamente para extraer lecciones adaptables a otros lugares. Aunque EEUU no esté presente, hay que dejar constancia de la importancia de la autorización de la FDA de muchos productos THR.

2. Para las empresas de tabaco, vape y bolsas de nicotina

– Aumenta la transparencia publicando investigaciones independientes y revisadas por expertos sobre quién está dejando de fumar, cambiando o reduciendo el consumo mediante productos THR. La confianza pública depende de una ciencia rigurosa y de una divulgación completa.

– Pivotar la inversión y el marketing hacia los países de renta baja y media, donde vive la mayoría de los consumidores de tabaco, en lugar de hacerlo principalmente hacia las economías avanzadas, donde las tasas de tabaquismo ya están disminuyendo. Sin este cambio estratégico, la epidemia mundial de tabaquismo persistirá en sus formas más letales. La realidad sigue siendo que más del 70% de todos los consumidores de tabaco viven en países sin acceso a la investigación, los mensajes de promoción y los productos THR que podrían reducir sus futuras tasas de mortalidad. Hace tiempo que es necesario un esfuerzo más concertado para abordar esta cuestión.

– Desarrollar productos con licencia médica dirigidos específicamente a los fumadores de más edad y más pesados, así como a los que muestran signos precoces de enfermedades relacionadas con el tabaco. Estos grupos son los más difíciles de alcanzar, pero los que soportan la mayor carga de enfermedad. De ello depende el apoyo de los médicos a las políticas de THR.

3. Para la sociedad civil y las instituciones científicas

– Las sociedades y revistas científicas deben reconocer su responsabilidad ética de garantizar que los profesionales sanitarios comprenden ampliamente los beneficios de la reducción de daños. Los clínicos desinformados o mal informados siguen siendo una barrera clave para la adopción. Las mismas sociedades y revistas que hablan en contra de la propagación mundial de la indecisión ante las vacunas deben revisar sus políticas y actuar en consecuencia.

– La Sociedad para la Investigación sobre la Nicotina y el Tabaco (SRNT) debería poner fin a las prohibiciones sobre la plena participación de científicos con experiencia en la industria. Del mismo modo, el grupo BMJ debería revisar las prohibiciones generales a la investigación relacionada con la industria. Estas políticas se concibieron cuando los intereses de la salud pública y los de las empresas tabaqueras se consideraban «irreconciliables». Pero hoy, los procesos de autorización de productos como los de la FDA estadounidense exigen pruebas de que los nuevos productos de THR son «apropiados para la protección de la salud pública». Esta norma reguladora representa un cambio que debería guiar una reevaluación pragmática de la aplicación del Artículo 5.3 del CMCT.

Replantearse el statu quo

Para muchos delegados y defensores, la llamada a replantearse la reducción de daños resultará incómoda. Décadas de desconfianza justificada hacia las empresas tabacaleras crearon un entorno en el que era más seguro -política y moralmente- rechazar cualquier alineamiento con la industria. Pero esta rigidez corre el riesgo de atrincherar el daño allí donde una mayor flexibilidad podría salvar millones de vidas. Del mismo modo que la salud pública acabó adoptando los programas de intercambio de agujas, la terapia de sustitución de opiáceos y, más recientemente, la reducción de daños en el consumo de alcohol, ha llegado el momento de aplicar un pragmatismo similar a la nicotina.

Una llamada al valor

Éste es un momento que requiere valor. Valor para que los gobiernos desafíen los viejos dogmas, valor para que la industria alinee sus recursos con la salud pública y valor para que la sociedad civil defienda la ciencia por encima de la ideología. La reducción del daño del tabaco no es una concesión, es un avance. Si se aplica con visión y compromiso, podría ser la medida singular que acelere el descenso de la prevalencia mundial del tabaquismo y evite decenas de millones de muertes prematuras en las próximas décadas.

Show CommentsClose Comments

Leave a comment

Suscríbete al boletín informativo

Suscríbete a nuestro boletín para recibir nuevas publicaciones del blog, consejos y fotografías.

EU vape tax? See your cost.

X