Singapur ha anunciado una importante ofensiva contra los vapores ilegales, advirtiendo de que tanto residentes como turistas podrían enfrentarse a fuertes multas, penas de cárcel e incluso azotes si son descubiertos.
En Singapur está prohibido todo tipo de vapeo desde 2018, con multas de al menos 500 dólares singapurenses (288 libras esterlinas) para quienes sean sorprendidos utilizando incluso vapeadores normales.
Pero la ciudad-estado está adoptando ahora una línea mucho más dura tras el aumento de dispositivos con etomidato, un anestésico conocido localmente como «aceite espacial» y más ampliamente como Kpods.
Las autoridades dicen que la droga produce efectos disociativos similares a la ketamina, y puede causar «daños graves… incluidos efectos adversos en el cerebro e incluso la muerte.»
20 años de prisión y azotes
A partir del 1 de septiembre, quienes sean sorprendidos importando o suministrando vapes de etomidato se enfrentan a penas de hasta 20 años de prisión y 15 golpes de vara, un castigo que rara vez se aplica en otras partes del mundo.
Los consumidores reincidentes de vapeadores habituales también pueden ser obligados a someterse a un programa de rehabilitación, y si no lo completan pueden ser procesados.
Los críticos advierten de que estas políticas tan punitivas corren el riesgo de impedir que la gente deje de fumar, que sigue siendo legal en Singapur.
Los defensores de la reducción de daños sostienen que, dado que la demanda regional de vapes sigue creciendo a pesar de las prohibiciones, el enfoque de tolerancia cero del país puede acabar empujando el consumo a una mayor clandestinidad y haciendo que los riesgos sean aún mayores.
Las autoridades afirman que la última ofensiva es necesaria porque, tras una redada en julio, uno de cada tres vaporizadores confiscados contenía etomidato. La Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito también ha señalado la presencia de la droga en productos para vapear en toda la región, incluidas Indonesia y Tailandia.
El ministro de Sanidad de Singapur, Ong Ye Kung, dijo que el país necesitaba leyes más estrictas porque «los vapes se han convertido en una puerta de entrada para el abuso de sustancias muy graves» y son «dispositivos de suministro de drogas».
El gobierno ha reclasificado temporalmente el etomidato como droga controlada de clase C, mientras redacta una legislación permanente para tomar medidas drásticas contra las sustancias suministradas a través de cartuchos para vapear.
Se castigará por igual a nacionales y extranjeros
Las medidas enérgicas van dirigidas no sólo a los singapurenses, sino también a los extranjeros. Los trabajadores podrían ver revocados sus permisos de trabajo, mientras que los turistas que lleguen al aeropuerto de Changi serán recibidos con contenedores de basura y carteles que advierten de la prohibición.
Estas medidas contribuyen a la antigua reputación de Singapur por sus duras leyes sobre drogas, que incluyen la pena de muerte por tráfico y hasta 10 años de cárcel por posesión de cannabis. Los vídeos de las redes sociales que muestran a jóvenes actuando de forma errática tras vapear Kpods han aumentado la alarma pública.
