Se suponía que la prohibición en todo el Reino Unido de los vaporizadores desechables frenaría el daño medioambiental y aliviaría la presión sobre el sistema de residuos británico. Pero apenas tres meses después, una importante empresa de residuos afirma que la política está teniendo el efecto contrario.
Roger Wright, director de estrategia y envases de Biffa, dijo que el número de vapes que se tiran al reciclaje general -donde no deben estar- ha aumentado desde que la prohibición entró en vigor en junio.
«Estamos viendo más vapes en nuestro sistema, causando más problemas, más incendios que nunca», dijo Wright.
La prohibición, introducida principalmente para proteger a los jóvenes y la salud de los niños, también se presentó como una forma de reducir los millones de aparatos de un solo uso que se tiran a la basura cada semana. Pero las cifras de Biffa sugieren que el flujo de aparatos hacia el reciclaje apenas se ha ralentizado.
En abril y mayo, los dos últimos meses antes de la prohibición, sus instalaciones de Suffolk, Teesside y Londres registraron unos 200.000 vapes de media mezclados incorrectamente con el reciclaje doméstico. En los tres meses transcurridos desde junio, esa cifra ha sido un 3% superior.
Un millón de vapes al mes se tiran al reciclaje
Dado que Biffa gestiona casi una quinta parte de los residuos del Reino Unido, Wright calcula que en todo el sector siguen entrando en el reciclaje general alrededor de un millón de vapes al mes. «La prohibición no ha cambiado el comportamiento de la gente. En todo caso, el problema ha aumentado», afirma.
Parte del aumento puede explicarse por la acumulación de existencias antes de la prohibición, ya que los minoristas hicieron descuentos en los productos desechables en un último esfuerzo por vaciar las estanterías. Pero Wright sostiene que la respuesta de la industria del vapeo ha creado nuevos retos.
A raíz de la prohibición, muchos fabricantes han lanzado dispositivos reutilizables baratos. Estos productos están diseñados para ser rellenados, pero los minoristas informan de que los clientes los desechan tras su uso y compran otro, tratándolos en la práctica como desechables con otro nombre.
«Seguimos viendo muchos de estos reutilizables en los contenedores, porque la gente los ha usado como artículos desechables», dijo Wright.
Las pilas de litio que contienen los vapes suponen un peligro especial cuando se tiran a un flujo de residuos inadecuado. Cuando se aplastan o pinchan en las instalaciones de clasificación, pueden provocar incendios. Se trata de un problema cada vez más frecuente y costoso para los operadores de residuos.
La prohibición «no consigue ninguno» de sus objetivos
El sector del vapeo ha afirmado que el aumento de dispositivos desechados de forma incorrecta está más relacionado con las ventas en el mercado negro que con los productos convencionales.
Pero los expertos en residuos sostienen que la legislación simplemente ha desplazado el problema en lugar de resolverlo. En lugar de reducir el daño medioambiental de los desechables, el sistema sigue inundándose de aparatos de vida corta, difíciles de reciclar y peligrosos cuando se tiran a la basura.
«El objetivo era proteger la salud y el medio ambiente», dijo Wright. «Ahora mismo, parece que no hemos conseguido ni lo uno ni lo otro».
