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Según un importante estudio estadounidense, fumar en la adolescencia lleva a vapear más de lo que vapear lleva a fumar

  • Una importante encuesta estadounidense revela que los adolescentes que fuman cigarrillos tienen más probabilidades de vapear que viceversa, lo que desafía directamente la “teoría de la puerta de entrada”.
  • La idea, ampliamente difundida, de que el vapeo provoca el tabaquismo puede ser una interpretación errónea de unos datos limitados, afirman los investigadores.
  • Tanto el vapeo como el tabaquismo están más estrechamente relacionados con otros comportamientos de riesgo que entre sí.
  • Un estudio sugiere que las estrategias de prevención para adolescentes deberían centrarse en pautas de comportamiento más amplias.

Un amplio estudio nacional de adolescentes estadounidenses ha descubierto que fumar tiene más probabilidades de conducir al vapeo que a la inversa, lo que cuestiona la teoría de que el vapeo actúa como “puerta de entrada” al tabaquismo.

La investigación, publicada en la revista Preventive Medicine Reports, utilizó datos de unos 7.700 estudiantes de secundaria de EE.UU. y comparó el consumo de vapeadores y cigarrillos con una amplia gama de otros riesgos para el comportamiento y la salud mental.

Aunque el vapeo y el tabaquismo estaban correlacionados, los investigadores descubrieron que cada uno estaba más fuertemente asociado a comportamientos diferentes: el vapeo con el consumo de alcohol y cannabis, y el tabaquismo con otros productos del tabaco y drogas ilícitas.

Esto sugiere que ambos comportamientos pueden derivarse de factores de riesgo compartidos, y no de que uno cause directamente el otro.

“Nuestros resultados inferenciales muestran que la estrecha relación unidireccional de interés… no es única”, escribieron los autores, “en el sentido de que los modelos de dirección inversa producen tamaños de efecto muy similares”. De hecho, descubrieron que fumar cigarrillos era un predictor más fuerte del consumo de vape que a la inversa.

Desafiar la narrativa de la «puerta de entrada

Los nuevos hallazgos se oponen directamente a la llamada teoría de la puerta de entrada. Se trata de la idea de que el vapeo conduce inevitablemente al tabaquismo, especialmente entre los jóvenes. Esta teoría ha sustentado gran parte del discurso público y muchas decisiones políticas en torno al vapeo juvenil. Pero los autores afirman que puede basarse demasiado en modelos estrechos de dos variables que no reflejan la compleja red del comportamiento adolescente.

“Gran parte de la investigación sobre las conductas de riesgo de los jóvenes se centra en dos o tres variables y en un marco de inferencia causal”, señala el estudio. “Esto puede dar lugar a interpretaciones sesgadas cuando hay muchas conductas de riesgo correlacionadas”.

Utilizando un marco más amplio de “inferencia predictiva” -diseñado para evaluar hasta qué punto un comportamiento predice otro, independientemente de la causalidad supuesta-, el estudio demuestra que el consumo de vapeo no es el predictor fiable del tabaquismo que a menudo se pretende.

Los investigadores descubrieron que los “modelos de dirección inversa”, que observaban cómo el tabaquismo predecía el vapeo, funcionaban realmente mejor a la hora de clasificar el comportamiento de los jóvenes que los modelos que suponían que el vapeo causaba el tabaquismo.

Este tipo de modelización estadística es poco frecuente en la investigación sobre salud pública, pero permite una visión más realista del comportamiento de los adolescentes, según los autores.

Una visión más amplia

El estudio también empleó tres métodos exploratorios de datos -correlación de Spearman, escalado multidimensional y agrupación jerárquica- para examinar cómo se agrupaba el consumo de vapeo y cigarrillos con otros comportamientos. Se descubrió que el vapeo se agrupaba más estrechamente con el consumo de alcohol y cannabis, mientras que fumar se asociaba más con otros productos del tabaco y el consumo de drogas ilícitas.

Esto respalda la teoría de la “responsabilidad común” del consumo de sustancias, según la cual los jóvenes más propensos a los comportamientos de riesgo pueden probar tanto fumar como vapear, sin que uno provoque necesariamente el otro.

Los autores escribieron: “Los análisis exploratorios de datos demostraron que un enfoque limitado a dos variables a la vez… pasa por alto otros comportamientos de riesgo más fuertemente correlacionados.”

En resumen, los jóvenes que vapean no son necesariamente futuros fumadores. Es más probable que sean jóvenes que ya están experimentando con sustancias de forma más general.

Implicaciones para la prevención

Los autores sostienen que las estrategias de salud juvenil deben evitar señalar el vapeo como principal factor de riesgo y centrarse en pautas de comportamiento más amplias. Por ejemplo, la prevención del tabaquismo juvenil podría ser más eficaz identificando a los estudiantes que también consumen puros o drogas ilícitas que a los que vapean.

Del mismo modo, advierten contra las interpretaciones simplistas de la relación del vapeo con la salud mental. Aunque otros estudios han sugerido que el consumo de vape puede provocar depresión o riesgo de suicidio, las pruebas demuestran que los síntomas de salud mental suelen preceder al consumo de sustancias, no seguirlo.

“Si el objetivo es reducir el suicidio, sería más eficaz examinar a los adolescentes para detectar la tristeza o la desesperanza autodeclaradas”, señala el estudio.

Un llamamiento a una ciencia y una política más inteligentes

En última instancia, la investigación exige un enfoque más sofisticado para comprender el comportamiento de los jóvenes, que utilice datos exhaustivos y modelos predictivos en lugar de suposiciones estrechas de causa y efecto.

“Las pruebas de validación cruzada para examinar el rendimiento de la clasificación generalizada amplían la práctica estándar de la inferencia causal… a un marco complementario de inferencia predictiva poco habitual en este campo”, escribieron los autores.

Aunque el vapeo entre los adolescentes sigue siendo motivo de preocupación, el estudio tranquiliza sobre la posibilidad de que el temor a que provoque una epidemia de tabaquismo esté fuera de lugar. Y para los fumadores adultos que estén pensando en pasarse al vapeo, refuerza el argumento de que el vapeo es una alternativa más segura, no una pendiente resbaladiza.

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